miércoles, 18 de abril de 2012

LOS PELIGROS DEL MAR (II)
Ulises y sus tripulantes se volvieron a topar con otro peligro : el estrecho  entre Escila y Caribdis.
Divisaron dos enormes peñascos entre los que había un estrecho por el que pasar y rodeado de nubes que soplaban un viento que enbravecían brutalmente el agua del estrecho. En el peñasco izquierdo se encontraba un gran e hirviente remolino, Caribdis la temible hija de Posidón y Gea. Caribdis  tragaba tres veces el agua del mar al día y lo devolvía otras tres. Todo barco que pasaba por ahí era engullido por Caribdis. En el peñasco derecho en un a cueva se refugiaba el monstruo de seis cabezas Escila. Tenía largos cuellos cubiertos por escamas, y en cada boca tres hileras de afilados dientes. Estaba dotada de doce largos tentáculos con una garra al final de cada uno, con las que atrapaba a sus presas. En todo el estrecho había arrecifes abruptos que flotaban libremente, por lo que si algo se atrevía a pasar por ellos serían triturados y destruidos, dejando cadáveres, manchas de sangre y restos de naufragios. Sólo se podía pasar entre Escila y Caribdis. Los marinos deberían elegir por pasar sobre Caribdis, capaz de tragarse lo que se le ponga por medio o por Escila quien devoraba algunos hombres sin piedad.
El astuto Ulises eligió el camino de Escila sin saber la tripulación por qué. Pasaron lo más cerca posible de Escila sin toparse con la peligrosa agitación de Caribdis. Del fondo de la cueva aparecieron seis cabezas que se apoderaron de seis remeros en un instante. Escila se volvió a meter en la cueva y Ulises animó a los remeros que quedaban, para remar con más fuerza. Gracias al apoyo de Ulises dejaron atrás a sus desafortunados compañeros y el terrible desfiladero y llegaron a salvo a mar abierto.



LA ODISEA:
LOS PELIGROS DEL MAR (I)
Ulises y su tripulación en su vuelta a Ítaca se encalmaron en el mar. Ulises empezó a escuchar vocecillas de mujeres que cantaban casi inaudibles pero tan dulces que enganchaban fuertemente a quien las escuchara. Ulises recordó como le dijo Circe que eran sirenas, hermosas y dulces, pero tan malas como los cíclopes. Cantaban produciendo a los marinos que se tirasen al mar para ir con ellas. Ulises ordenó a sus tripulantes que dejasen de remar y se pusiesen en los oídos los panes de cera que les proporcionó la hechicera Circe para no oir el tan dulce canto.
Ulises deseaba ardientemente oirlo y ordenó a sus tripulantes que lo atasen al mastil con fuertes cuerdas y que bajo ningún quejido ni intento de soltarse lo liberasen hasta que dejasen la isla de las sirenas muy lejos.
Volvieron a empuñar los remos para alejarse de ese peligro.




MUERTE DE RÓMULO
Rómulo fue un gran hombre: alto y fuerte, vestido (como todos los generales romanos) con su vestido blanco con cinturón y tirantes y con las sandalias de piel atadas a los tobillos. Tenía barba y el pelo rizado y castaño. Fue el fundador de Roma, muere en el 716 a.C. Rómulo y su hermano gemelo Remo son hijos de Rea Silvia y el dios romano de la guerra Marte. El mismo Marte provocó una gran tempestad: el cielo lleno de nubarrones negros, cayó un afina llovizna y fuertes rayos y relámpagos que deslumbraba a todo el que miraba al cielo. Cayó tal rayo que todo se quedó blanco, Rómulo no vio nada hasta que se aclaró la luz y vio a todos los dioses romanos, el dios Marte se lo había llevado a los cielos. Los romanos no supieron el porqué de aquel "secuestro", por qué se lo llevó su propio padre... Los romanos lo adoraron y aceptaron como a un dios, el dios Quirino.